A mis no tan cortos 31 años, vienen a mi mente pocos momentos históricos en los que Coahuila haya sido el centro de atención nacional y para sorpresa de muchos internacionalmente. La semana que está por terminar, nuevamente la palabra “Coahuila” fue parte continua de la pauta de los principales medios de comunicación del país. Por desgracia, no por cosas positivas.
Impactado quedé al ver cómo el pasado martes 6 de marzo la para muchos llamada, “mejor frontera de México”, Piedras Negras, se convirtió en el escenario de un cruento enfrentamiento entre miembros del crimen organizado y cuerpos de seguridad del Estado, que paralizó el andar cotidiano de esa frontera. Muchos fueron los comentarios que surgieron en las redes sociales al respecto; desde los llenos de humorismo negro, los de preocupación concienzuda, pero los que se llevaron la noche fueron las constantes culpas políticas, unas contra el Gobierno de Coahuila y otras cuantas contra el federal.
Un comentario en particular llamó mi atención, un tuitero saltillense les decía a los ciudadanos de Piedras Negras, “vecinos del norte, no se preocupen, esto es cosa de todos los días en Saltillo, ya se acostumbrarán”. Entre broma y broma yo comentaba mi intención de iniciar un nuevo negocio en este gran estado, la distribución de chalecos anti balas, creo que será la moda en el vestir en un corto tiempo, ¿algún interesado?
Continuando. No terminábamos de despertar la mañana del 7 de marzo y de acabar de “digerir” lo sucedido en Piedras Negras, cuando lo comentado por el tuitero se hizo realidad, ahora Saltillo se convertía en zona de guerra. No eran más de las 9 de la mañana cuando los “fuegos artificiales” empezaron a oírse por el norte de la capital coahuilense. Mi teléfono sonaba como loco y una voz del otro lado me decía “¿Que es eso que se esta escuchando?, ¿A poco son balazos?, ¡Se escuchan atrás de mi casa!, inmediatamente mi indicación fue decirle, tírate al piso y no te levantes hasta que dejes de oír ruidos. En eso ha acabado el “Atenas de México”
Después de todo esto lo impensable me sucedía. La frustración se apoderó de mi lengua y no tenía palabra para describir los que ante mis ojos y oídos pasaba. Niños en las escuelas tirados en el piso cantando canciones para atenuar su nerviosismo. Deportistas encerrados en el gimnasio dado que por seguridad los gerentes debían cerrar las puertas. Taxistas pidiéndome posada en mi oficina para resguardarse de los balazos y muchísimas personas sin poder ir a laborar porque el transporte público fue suspendido o de plano no podían salir de su casa.
¡Coahuila está descompuesto! ¿Pero quién lo descompuso?
La infinidad de actos de corrupción detectados en la pasada administración estatal de Humberto Moreira y que ha trascendido a la de Rubén. La guerra sin consulta a la que se lanzó Felipe Calderón a nuestro país, que para muchos es una estrategia fallida, o la antipatía e indiferencia de todos los coahuilenses ante los problemas que aquejan a nuestro Estado, la respuesta bien me dijo una amiga, es la d) todas las anteriores.
¿Quien descompuso nuestro Estado?, tan bonito que era. Amigos jóvenes y “rebeldes” del PRI, sinceramente ¿creen que lo que pasó con el ex secretario de finanzas de Coahuila es justificable? ¿Creen que los narco funcionarios son aceptables? ¿Creen que el nepotismo es un acto benevolente? Yo creo que no y sé que muchos de ustedes tampoco concuerdan con eso, pero la necesidad de vivir de una nómina gubernamental, amarra sus ideas y calma su ínfulas de gritar a los cuatro vientos ¡No más corrupción, quiero a Coahuila de vuelta!
Amigos del PRI, aplaudo muchas de las políticas sociales de la pasada administración, pero también crítico directo y de frente, ¿cómo es posible que nuestras autoridades estatales sean cómplices somnolientos del acabose de Coahuila y de los actos de corrupción? , amigos del PRI no tengan miedo, recuerdo nuevamente aquella frase del general Lázaro Cárdenas: ‘El gobernante que pretende encauzar a su país hacia la democracia tiene que empezar por ser un verdadero demócrata, y demostrarlo tolerando la oposición, por más cruda que se ejerza en el mitin, en la prensa, en la diatriba personal”.
“El ser priísta es sinónimo de ser diferente, no complaciente”.
Les dejo esto para pensar:
“No es realista seguir esperando a que los partidos políticos reaccionen a la animadversión que se les tiene y de forma espontánea empiecen a ofrecer mejores candidatos y plataformas de Gobierno. Lejos de esto, las cúpulas partidistas han aprovechado la repulsión de la sociedad a participar en política para perpetuarse y reciclarse ad nauseam”. La ultraizquierda de la ultra derecha de Alfonso Tames.
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